lunes, 26 de agosto de 2013

NO HABRÁ TOROS EN VILLENA


  ¡POR FIN SE TERMINÓ CON LA "TORTURA A LOS ANIMALES" EN VILLENA!  (?)




 UNA VERGONZOSA ACTITUD NADA INESPERADA

Una inesperada abstención de Juan Richart en la Junta de Gobierno de hoy lunes 26 de agosto, cuando se debía aprobar la oferta más ventajosa entre las presentadas por las empresas interesadas en organizar el evento, hace que Villena se quede este año sin el tradicional festejo taurino del dia 7 (Fiestas de Moros y Cristianos). La abstención del concejal de Villena Centro Democrático, ha provocado que los votos a favor del PP y del PSOE no fueran suficientes para sacar adelante la corrida. Mientras el alcalde, Javier Esquembre y la concejala de Los Verdes, Virtudes Hernández votaron en la Junta de Gobierno en contra de la adjudicación a cualquiera de las dos empresas.

(DE www. intercomarcaltv)

NOTICIA AMPLIADA http://www.elperiodicodevillena.com/n84543-No-habra-corrida-de-toros-el-dia-7-debido-a-la-abstencion-de-Juan-Richart-en-la-votacion-definitiva.htm


ULTIMA HORA (JUEVES 28)(EPdV)

Este jueves por la tarde ha tenido lugar, convocada por un grupo de familiares y amigos del novillero villenense Raúl Bravo, una concentración en la Plaza de Santiago a favor de la tauromaquia y en defensa del derecho a organizar corridas de toros en Villena, en respuesta a la polémica falta de acuerdo para celebrar la tradicional corrida de toros del día 7 de septiembre. Asistían, aproximadamente, unas 200 personas.

El propio Raúl Bravo afirmaba que “tenía mucha ilusión y mucha esperanza” ante la posibilidad de debutar en su ciudad, por lo que la suspensión de la corrida le “hundió bastante”, aunque no pierde “la esperanza de torear algún día en Villena”. Bravo se mostraba satisfecho por la afluencia de público y les mostraba su agradecimiento, esperando que “alguien en el ayuntamiento” –en referencia a Juan Richart– “algún día se arrepienta y me explique por qué no he podido torear”.

Por su parte, Miguel Ortuño, presidente de la Peña Cultural Taurina Villenense, algunos de cuyos miembros también arropaban con su presencia al novillero, mostraba su “desilusión” tras “todo lo que la Peña ha trabajado para conseguir recuperar la plaza de Villena”. Ortuño acusaba a los actuales políticos de “olvidar que están ahí para trabajar para el pueblo y darle lo que desee” y calificaba los últimos sucesos como “un navajazo”, denunciando que “rencillas particulares entre políticos han dado al traste con la ilusión de nuestra peña y de gran parte del pueblo”. Asimismo lamentaba que “teniendo la ocasión de que las arcas públicas ingresen un dinero, que tanta falta hace, y los hosteleros puedan aumentar algo sus ingresos, se deje pasar esta oportunidad”.

Ortuño calificaba a Juan Richart como el “culpable” de esta situación, y lamentaba que, tras tres meses de baja, e incorporándose a la Junta de Gobierno el lunes, “que de oídas sepa de unos problemas de la empresa y en lugar de pedir explicaciones se abstenga y sirva en bandeja de plata al alcalde que no haya toros, no tiene sentido”.

¿Hasta el año que viene?
Preguntado por la posibilidad de realizar algún festejo el próximo día 15, como ha ofrecido la empresa cuya oferta ha quedado en segunda posición, e incluso en Feria del Campo, propuesta que la propia peña ha hecho a la edil de Fiestas, Ortuño señalaba que se va a intentar, pero recordaba que Los Verdes únicamente “consienten, entre comillas porque ponen todas las trabas posibles, celebrar el festejo del 7 de septiembre”.

Tras atender a la prensa, y a través de megafonía, Ortuño se dirigía a los presentes en los mismos términos, y posteriormente tomaba la palabra Arturo Blau Espadas, profesor de Raúl Bravo en la Escuela Taurina de Alicante, alabando al novillero villenense y destacando que “puede llegar a triunfar”. Asimismo, lamentaba la situación que se vive en una “ciudad tan taurina como Villena” y mostraba su “esperanza en que la situación cambie algún día y se le pueda sacar partido a esa plaza tan hermosa que tiene”.

Para finalizar, los propios aficionados tomaban el micrófono para expresar su malestar y apoyar públicamente a Raúl Bravo y a la tauromaquia.
(El Periódico de Villena)







   




BUENA MUESTRA DE LA AFICION TAURINA VILLENENSE, QUE JUSTIFICARIA POR SI SOLA LA EXISTENCIA DE LA RENOVADA PLAZA DE TOROS, ES LA APARICION DE ESTE NUEVO LIBRO SOBRE LA FIESTA.
El pasado sábado tuvo lugar en La Troyica la presentación del libro Estampas Taurinas Villenenses, de José Luis Barrachina Susarte, en un acto sencillo y sobrio en el que se puso de manifiesto el interés que hay en Villena por los asuntos taurinos.

(Foto cedida por... El periódico de Villena)

a la venta en las mejores librerías de Villena

 En este Festival...
Torearon Eduardo Mauri “Chicharrita”, Enrique Marín “Moriles” y Rafael Herrero “Guardabosques”. Las cuadrillas las formaron José María Soler “Peatón”, Melchor “Abuelito”, Manuel “Cicatriz”, Joaquín Pérez “El Chimo”, Juan Soler “Loquico”, Juan López “Cojo Cachavera”, Fernando Bonastre “El Quinto”, Juan Martínez “Atleta”, Andrés Bañón “La Manejera” Oscar Montiel “Moisés” y mi abuelo Leopoldo Barrachina “Calamar” (J.L. Barrachina, autor de Estampas Taurinas Villenenses)

Eran otros tiempos...



                         
                                  Grupo de aficionados en la antigua Plaza en 1957. (En el centro, con gafas, el autor de este blog.)

Los tres hermanos Bienvenida, Rafael El Gallo y Hemingway en la antigua Plaza de Toros


¿ A alguien le puede sorprender ?....
 


LA PLAZA DE TOROS DE VILLENA, POLITIZADA

(2011 ABC.ES COMUNIDAD VALENCIANA)... LA PLAZA SOLO HA ACOGIDO UNA CORRIDA DE TOROS

La plaza de Villena solo ha acogido una corrida tras costar 15 millones.
El alcalde, de Los Verdes, ha permitido un único festejo en medio año.

D. MARTÍNEZ / ALICANTE 10/11/2011
Quince millones de euros de inversión, y una sola corrida de toros en seis meses. Desde que el nuevo alcalde de Villena, Francisco Javier Esquembre, de Los Verdes, tomó posesión de su cargo, la plaza de toros más cara de la provincia de Alicante ha permanecido cerrada, y solo abrió sus puertas para acoger un festejo en plenas fiestas patronales de la localidad alicantina, el pasado septiembre, con Vicente Barrera, Francisco Rivera y El Fandi como cartel.
La rehabilitación del coso villenense fue el proyecto estrella del PP en la pasada legislatura, y el Consell invirtió 15 millones de euros en rehabilitar su estructura exterior —datada de 1924— y en cubrirla con una bóveda acristalada. La nueva plaza se inauguró en abril con una faena de Ponce, Castella y Talavante. Luego, acogió algunos conciertos, y tras las elecciones cayó en desuso.

El alcalde, que en su etapa como edil de la oposición se pronunció en numerosas ocasiones en contra de los festejos, transigió con que la plaza de toros acogiese una corrida con motivo de las fiestas —aunque se negó a ayudar económicamente en la organización—, pero su grupo votó en contra en junta de gobierno. La corrida fue posible gracias a los votos de PP, PSOE y los independientes.
Los aficionados villenenses no ocultan su malestar con la situación. La Peña Cultural Taurina de la localidad destaca que «cada vez que hay una corrida, se cuelga el cartel de no hay billetes», por lo que no entienden que se desaproveche el coso. Su presidente, Evaristo Belloch, ha mantenido algunos contactos con el Ayuntamiento, pero sin éxito hasta el momento.
Ni siquiera existe fórmula de gestión para la plaza. El PP rechazó en su día adjudicársela a una empresa externa para poder destinar el recinto a todo tipo de espectáculos, pero tampoco tuvo tiempo de crear un patronato. Algo que dificulta la organización de eventos, y que puede complicar la novillada del villenense Raúl Bravo que se ha ofrecido a organizar una me





¡ POR FIN FIESTAS SIN SUFRIMIENTO ANIMAL!

Desde la Plataforma Animalista de Villena (PAV) queremos manifestar nuestra satisfacción por la no realización de la corrida de toros durante las fiestas de Moros y Cristianos. No podemos negar que esta suspensión se ha realizado de un modo un tanto rocambolesco, pero lo que vale es que por fin se realizarán unas fiestas sin sufrimiento animal en Villena. Desgraciadamente esos seis toros que iban a ser torturados hasta la muerte en nuestra ciudad junto con los caballos, que no sobreviven a más de dos o tres corridas. Encontrarán la muerte en otro lugar, pero esta vez, no será en Villena.
Este año, Villena, se suma así a una tendencia imparable en todo el Estado español como es la erradicación de la tauromaquia durante las fiestas de muchos pueblos y ciudades. Ejemplos como Burgos, que después de 45 años ha clausurado su plaza de toros; o Toledo, plaza por excelencia para los taurinos, y donde este año por primera vez en sus fiestas patronales no habrá ninguna corrida de toros; así como Donostia, donde a partir de este año, ya no se han realizado gracias a la decisión del ayuntamiento de retirar las subvenciones públicas, lo que ha generado que no se puedan realizar al ser un "negocio" altamente deficitario y que necesita ser subvencionado con el dinero de todos y todas para el disfrute de un público cada vez más reducido. Estos hechos, junto con los altos precios de las entradas, el descenso en la "calidad" de los animales y los toreros, el desinterés del público joven y en general de más del 90% de la sociedad, una media de edad muy avanzada entre su público, así como el avance de la sociedad hacia la identificación con otro tipo de valores más cercanos al progreso y la tolerancia, hace que este tipo de espectáculo tenga los días contados.
Por desgracia es sólo una pequeña victoria, por tanto desde la PAV continuaremos trabajando para que el año que viene tampoco se realice esta práctica, más típica de una sociedad medieval, que de una sociedad del siglo XXI. Como decimos, aún queda mucho trabajo por hacer, ya que son muchos los animales sacrificados en los terribles mataderos, destinados a la alimentación de los humanos, cuando hay multitud de alternativas, o los utilizados en experimentos, pieles, prisioneros en los circos y en los zoos, o simplemente, considerados mercancía para comercializar en las tiendas. Como tampoco podemos dejar de lado a todas aquellas personas a las que se amenaza con la retirada de ayudas económicas para tener una vida digna o se les hecha de sus casas por no poder pagar las abusivas hipotecas, pero con ese dinero, sí se rescata con dinero público a poderosas entidades financieras, o se subvenciona la tauromaquia, u otro tipo de escarnio público contra los animales.
Como decimos, aun queda mucha lucha, pero Villena abre hoy una puerta a la esperanza, ya que podrá disfrutar de unas fiestas sin tortura.




sábado, 3 de agosto de 2013

VILLENA Y ANTONIO TOVAR



Hijo de un notario, por destinos de su padre creció en Elorrio (Vizcaya), en Morella (Castellón) y en Villena (Alicante) Estudió Derecho en la Universidad María Cristina de El Escorial, Historia en la Universidad de Valladolid y Filología Clásica en las de Madrid, París y Berlín. Tuvo como profesores, entre otros a Cayetano de Mergelina, Manuel Gómez-Moreno y Ramón Menéndez Pidal.
Durante los años de estudiante fue presidente de la FUE (Federación Universitaria Escolar), de Valladolid, organización de carácter republicano, pero en septiembre de 1936, tras comenzar la guerra civil se adscribió a la corriente falangista influido por su íntimo amigo Dionisio Ridruejo, y llegó a ser uno de los principales responsables de la propaganda del gobierno de Burgos, pero su decepción con el régimen de Francisco Franco fue rápidamente en aumento.

Durante la Guerra Civil, siendo Ridruejo Jefe Nacional de Propaganda, confió el departamento de Radio a Tovar y fue nombrado responsable de Radio Nacional de España, cuando ésta emitía desde Salamanca en los momentos de su fundación (1938).


Siguiendo su vinculación con Ridruejo y en la órbita de Ramón Serrano Súñer, ocupó de diciembre de 1940 a abril de 1941 la Subsecretaría de Prensa y Propaganda.1 Acompañó a Serrano Súñer en varias ocasiones a viajes a Alemania y durante alguno de éstos estuvo presente en algún encuentro con Hitler. Así, el 13 de septiembre de 1940 Ramón Serrano Súñer como enviado especial de Franco parte hacia Alemania acompañado de una serie de personas inclinadas en favor del nacionalsocialismo, en este séquito figura Demetrio Carceller Segura junto con Miguel Primo de Rivera, Dionisio Ridruejo, Manuel Halcón y Miguel Mora Figueroa.


Apartándose de la vida política, hizo oposiciones (1942) y obtuvo la Cátedra de Latín en la Universidad de Salamanca, dedicándose desde entonces a la enseñanza y a la investigación. Ese mismo año, casó con Consuelo Larrucea.
Durante el ministerio de Ruiz-Giménez (1951-1956) fue nombrado rector de la misma. Como rector organizó las celebraciones del VII Centenario de la Universidad,3 a las que asistieron los rectores de las principales Universidades del mundo e hicieron un memorable desfile por las calles de Salamanca, con sus trajes de gala tradicionales.
A raíz de la celebración del Centenario consiguió (1954) que Salamanca volviese a dar títulos de doctor (lo que en la Ley Moyano había sido reservado en exclusiva a la Universidad Central de Madrid) y que fueran devueltos a la biblioteca de la Universidad una gran cantidad de los fondos bibliográficos que fueron expoliados por las tropas francesas al retirarse de España en 1813 y quedaron custodiados en la biblioteca del Palacio Real. Creó la primera cátedra de "Lengua y literatura vascas" en España, para la que llamó a Koldo Mitxelena, entre muchos otros logros.
Permaneció en ella oficialmente hasta 1963, aunque antes salió de España hacia el exilio por las diferencias ideológicas que tuvo como rector.
Fue profesor de las Universidades de Buenos Aires (1948-49) y San Miguel de Tucumán (1958-59), donde estudió las lenguas indígenas del norte de Argentina y trató de crear una escuela que siguiera su obra en este campo.
En la Universidad de Illinois, ocupó la cátedra de lenguas clásicas, entre 1963 y 1965. En 1965 ganó la cátedra de latín de la Universidad de Madrid, lo que le permitió volver a España. A poco de llegar, se encontró con la revuelta estudiantil que culminó con la manifestación encabezada por Tierno Galván, Aranguren, García Calvo y Montero Díaz. Cuando se produjo la expulsión de la Universidad de éstos (los tres primeros definitivamente y Montero Díaz temporalmente), dimitió en solidaridad y volvió a los Estados Unidos, hasta 1967, cuando fue llamado para ocupar la cátedra de lingüística comparada en la Universidad de Tubinga (Alemania Federal), en la que impartió clases hasta su jubilación en 1979.

Hizo crítica literaria en la revista Gaceta Ilustrada, en la que también escribían Pedro Laín Entralgo (crítica teatral) y Julián Marías (crítica cinematográfica).
Su afición por la lingüística comparada y la incontenible curiosidad por las lenguas, junto al haber vivido en el País Vasco y en Valencia, le proporcionó una base sólida que le convirtió en un referente dentro de la filología hispánica.
(Resumen de Wikipedia)
Antonio Tovar falleció en Madrid el 13 de diciembre de 1985.

Por su referencia a Villena, reproducimos este artículo publicado en la revista VILLENA en 1971 y recientemente en www.villenacuentame.com. Relata aquí, el ilustre académico, su juventud en Villena y se refiere a la publicación del libro "La Relación de Villena de 1575" de
su amigo Jose Mª Soler García.


 


(1971) UN MONUMENTO PARA LA HISTORIA DE VILLENA

UN MONUMENTO PARA LA HISTORIA DE VILLENA
Por… Antonio Tovar
De la Real Academia Española
Una mañana, por los fines de verano de hace casi medio siglo, llegamos a la ciudad: tenia al pie de su sierra, de color como de plata vieja, su castillo de tonos dorados, y dos torres cuadradas de iglesia, con su elegante chapitel cada una. El tren nos había dejado allí temprano, y muy pronto me lancé a las luminosas calles, para encontrar a mis primeros amigos.
Pasé allí años aún infantiles, correteando a veces por los caminos de la huerta, donde aprendí a fabricar flautas de caña y a gustar, lavadas en las acequias de las hortalizas. Eran al llegar las primeras semanas del curso, que me encantaban con los libros nuevos de materias aun desconocidas. Vino enseguida la feria, con sus casetas de turrón, sus caballitos y, a veces, el circo. Y así se fue desarrollando varias veces el ciclo completo, con los carnavales, las pascuas con sus cantos y sus «toñas», y luego, pasado el verano, las fiestas de moros y cristianos, que me habían gustado más en el vecino Biar, donde eran mucho más ingenuas y se tomaba más en serio el mensaje en verso del moro al cristiano y al otro día del cristiano al moro, con la toma del castillo y las danzas guerreras y el desfile de la gran mahoma, el gigantón cuya cabeza hacían de barro los alfareros del pueblo, y delante del que danzaban litúrgicamente, por promesa a la Virgen, las mujeres, con aquellas máscaras de pantalón corto, chistera negra, caras tiznadas y gigantescas corbatas de pajarita que se llamaban «las espías».
En Villena pasé casi todos los años de bachillerato y asistí al colegio que dirigía el farmacéutico don Pascual Cortés. De los profesores que allí tuve me encuentro recordado en el libro de que voy a ocuparme a don Salvador Avellán, un sacerdote alto, severo, de gran manteo que me imagino ciceroniano, y que nos enseñaba latín y era capaz de explicar los trozos a veces endiablados (o así nos parecían) del libro de texto de don Vicente García de Diego, ahora mi respetable colega en la Real Academia. Don Salvador, después de descifrarnos los secretos del ablativo absoluto y de las oraciones temporales, sabía atraer nuestra atención con las historias de Villena, que él había buscado en los archivos.
En nuestra cabeza de trece años, en aquel destartalado local de la plaza de las Malvas, sonaban los nombres de don Enrique de Villena, el que no fue marqués sino en las historias de brujerías de la cueva de Salamanca, y de los linajudos Pacheco, que sí fueron marqueses, pero perdieron el se-ñorío ante los reyes Fernando e Isabel. Pero todo esto lo supimos muy vagamente pues la complicada historia por la que Villena fue sede en su castillo de don Juan Manuel, uno de los fundadores de nuestra literatura, y educado y hasta principado en manos de los infantiles de Aragón cantados en las coplas de Jorge Manrique, no cabía en nuestras mentes infantiles.
La verdad es que la historia de Villena, ciudad hoy alicantina, y antes marquesado y principado, en los confines del reino de Murcia con los de Aragón, no estaba escrita.
José María Soler, pocos años mayor que nosotros, los discípulos de latín de don Salvador Avellán, se convirtió en amigo mío cuando, ya al final de mi bachillerato, dediqué muchas horas del día al piano. Su gusto y conocimiento de la música lo retenían pacientemente sentado a mi izquierda durante las largas horas en que nos engolfábamos en uno u otro de los cinco volúmenes de las obras de Schumann o en que reexaminábamos «El clavecín bien templado», que en la escuela local de música (representada entonces por Gloria Marco, que había sucedido a su tío don José) era, como para Chopin, principal libro de estudio.
Soler ha dedicado su vida de la macera más desinteresada y completa, a su ciudad natal. El solo ha representado a lo largo de muchos años -no siempre fáciles- como una entera institución cultural, en la que el pasado de una ciudad histórica -mucha historia, que sin embargo no la abruma en su riente alicantinismo- se mantiene con digna conciencia. En el mismo piso con su balcón a la Corredera, desde el que se ve (o se veía) el castillo histórico, ha pasado largos años que le han resultado fecundos y llenos de acontecimientos. Fue a esa su casa donde, un día de invierno, en 1963, llegó con el fabuloso tesoro que él supo perseguir y descubrir y regalar a su patria, cual hoy se custodia en el Museo que lleva el nombre de nuestro admirable amigo.
Pero el espíritu curioso de Pepe Soler no se ha limitado a recoger en paseos, exploraciones y excavaciones el legado asombroso de la prehistoria villenense -con restos tan preciosos junto al incomparable tesoro de oro, como el guiso de ajicos con habas tiernas que carbonizado se conservó en las cabañas que destruyera un invasor allá por los tiempos de la edad de cobre. También ha explorado el rico archivo municipal, y allí ha encontrado, y la ha transcrito, y ahora la pública, la historia entera de su pueblo. Con el título modesto de «La Relación de Villena de 1575. Edición comentada y Apéndice documental», ha editado en el Instituto de Estudios Alicantinos algo más que la descripción de la ciudad que Felipe II encargó a cada municipio de España. Estimulada la obra por la copia que del original hizo en el Escorial don Francisco Ochoa Barceló para que la editara el ayuntamiento de Sax junto con la de este pueblo vecino, Soler ha encuadrado el texto de la relación un una selección de 175 documentos que realmente contienen la historia de Villena.
Con este volumen queda compensada la pérdida de una historia que escribió en el siglo pasado un don Eduardo Marín, cuyo manuscrito ha desaparecido, y se afirman y completan los datos que en diversas publicaciones habían dado a conocer don Salvador Avellán y su sobrino, el canónigo de Valencia don Gaspar Archent, que compuso un «Romancero villenense» de sabor épico. Y se suple la pérdida u olvido de otras historias, de Cristóbal de Mergelina (1668), de Fernando Hermosino (algo posterior) y de Ramón Joaquín Fernández Vila de Ugarte, la única que se imprimió, pero con erratas, en 1780.
La relación que firman los comisionados por el gobernador del marquesado y por el Ayuntamiento de Villena (60 páginas) es comentada por Soler en unas notas (130 páginas) que constituyen, no sólo una toma de posesión crítica ante cada una de las afirmaciones de los autores, sino una verdadera síntesis de la historia local. Tómese por ejemplo la nota 7 y se tendrá una historia de los señores de Villena, en toda la complicada serie de ambiciones e influencias en la zona fronteriza. Comienza con el infante don Manuel, (el hijo de San Fernando, y con la novelesca historia de su matrimonio con doña Constanza, la hija de Jaime el Conquistador, tan hermosa que su hermana Violante, la mujer de Alfonso el Sabio, la odiaba hasta el punto de que parecía necesario se casara con otro rey, para que nunca quedara a merced de su hermana. Quizá se pensó en crear un reino para don Manuel en esta zona de Murcia, que don Jaime pacifica personalmente. Soler se adentra en la crítica histórica para medir los motivos por los que el aragonés abandonó pacíficamente un reino que había sometido.
Rastrea después Soler las fechas en que se acredita estante en Villena el gran escritor don Juan Manuel, que fue «primer duque y príncipe de Villena», y supone que, del «Libro de los Estados» y del «de los Ejemplos», «muchas páginas fuesen redactadas entre los muros de la fortaleza villenense». E igualmente recoge Soler los recuerdos que el gran señor tenía de la caza de aves acuáticas y de montería en los campos, montes y lagunas de su posesión.
Extinguida trágicamente en los tiempos de Pedro el Cruel la rama de los Manuel, hereda sus derechos doña Juana Manuel, con ella emparentada, y casada con el nuevo rey Enrique II de Trastámara. Pero «el de las mercedes» hubo de ceder los señoríos de Villena a uno de los infantes de Aragón que habían venido a luchar con él contra su medio hermano don Pedro. Así comienza en don Alfonso de Aragón, nieto de Jaime II, el marquesado de Villana, para pasar a ducado otra vez en doña María, la que luego sería esposa de Alfonso el Magnánimo. Y así se pasó por alto, sin marque cado, al más famoso de los de Villena, D. Enrique de Aragón el astrólogo, el nigromante de la cueva de Salamanca, pues la Corona se lo quitó a su abuelo, y la promesa de los villenenses de reconocerlo como heredero de don Alfonso (la cual descubre Soler en el documento XXV de su colección) no pudo llevarle al marquesado, del que quedó en desairado pretendiente.
El señorío tenía mala suerte, pues el tercer duque, otro don Enrique de Aragón, hijo de Fernando de Antequera, murió a consecuencia de heridas recibidas en la batalla de Olmedo, luchando junto a don Álvaro de Luna.
Y es entonces cuando los Pacheco ganan, por merced del rey Juan II, a recomendación del príncipe, el futuro Enrique IV, el marquesado de Villena. Pero el poderoso estado no se mantiene más que dos generaciones, y en la obra de reorganización del Poder real a que se dedican los reyes Fernando e Isabel (y bien claro lo dicen los documentos que transcribe Soler del archivo municipal, donde se ve la hábil mano con que los Reyes levantan a los de Villena contra su señor feudal), los marqueses de Villena pierden casi todos sus estados y no guardan sino el título. Villana pasa a depender definitivamente de la Corona.
Naturalmente la especial importancia de Villena está relacionada con su situación fronteriza. Durante los siglos XIII al XV, las relaciones con Aragón son muy delicadas, y la influencia del reino vecino se hace notar en las vicisitudes del señorío y vinculación repetidas veces directa a las dinastías aragonesas. La lectura ce los factos de Villena en aquellos tiempos es un repaso a la historia de los dos grandes reinos y a los problemas de una frontera que, en los mismos documentos del archivo villenense ya se ve cuán abierta era para las relaciones políticas y económicas.
En los comentarios de Soler tenemos datos concernientes a la topografía de Villana y su término y a muchos aspectos de la vida económica; a la conservación de las murallas y el castillo y a los alcaides de éste; el nombre mismo de Villena y a sus iglesias, conventos y ermitas; a los apellidos y linajes locales y a la construcción de Santiago con sus obras de arte; a la administración municipal, y a los privilegios reales, cuya publicación completa anuncia. Se hace la historia del escudo de la ciudad y continuamente se dan pormenores que no eran conocidos de los historiadores anteriores.
A riesgo de extractar demasiado y fatigar al lector con resúmenes, no encuentro mejor modo de mostrar la riqueza que se encuentra en este libro. La «Relación» va acompañada de su cuestionario, tal como Soler lo ha hallado en el Catálogo de los manuscritos del Escorial. Críticamente se nos señala por qué las respuestas de los regidores villenenses están a veces falseadas: se temía llamar la atención del gobierno sobre las riquezas reales, y por eso se oculta la riqueza Forestal y se silencia la caza. Ya el rey Felipe se había quedado con las salinas, que los reyes habían antaño cedido al pueblo.
El apéndice documental, que Soler dice justificadamente es «la parte fundamental de nuestro trabajo», comprende casi cuatrocientas páginas y copia los documentos del archivo municipal, completándolos con los que se hallan publicados de otras fuentes. Allí tenemos desde los privilegios del infante don Manuel y del rey Sancho IV concediendo al Concejo de Villena el fuero de Lorca, y los dados por los reyes de Aragón para el comercio a través de la frontera y halagando a los señores del castillo con títulos de duque y príncipe, hasta las participaciones de reales alumbramientos en tiempo de Carlos III; desde las peticiones de tropas o el ajuste de los carreteros que fueron movilizados para la guerra de Granada, hasta el reconocimiento de los privilegios de Villena contra pueblos vecinos o frente el mismo Arzobispo de Toledo.
Otra vez le ha regalado José María Soler García un tesoro a su pueblo. Sin retocarlo, sin construir teorías ni guardárselo para interpretarlo él solo. Generosamente ha estudiado los archivos, los ha copiado cuidadosamente y los ha publicado. En notas a pie ofrece una verdadera historia local, pero él desaparece, borrándose ante el gran monumento. No sólo ha estudiado los documentos, sino que ha ido a los historiadores para ver lo que se sabía y lo que es nuevo. Como de paso nos dice lo que ha descubierto, después de haberse enterado de cuanto se sabía.
Sería indiscreto que yo, que no soy historiador, viniera a pretender avalar el gran trabajo de mi antiguo amigo. Me limito a darle las gracias como estoy seguro se las darán sus paisanos. Y ya en la media tarde de la vida, le agradezco la luz que hace caer sobre los juveniles días que pasé cerca de él en inolvidables tiempos, haciéndome ver Villena a la luz de su historia. Difundir tal luz es una de las flores de la cultura.
Extraído de la Revista Villena de 1971 

 

 

 
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