Portón lateral de accceso.
Gachamiga
Escudo de Martínez de Olivencia
Fachada principal del viejo caseron del siglo XVI
Existen en Villena dos personajes de los que ya quedan pocos en este mundo enloquecido, egoista e insoportable. A su bonhomía se unen su generosidad, amistad y simpatía, sin olvidar sus altas dotes culinarias de las que puedo dar fé cuando visito sus habituales tertúlias gastronómicas de los jueves. Y es que, siempre que me encuentro este dia de la semana en mi ciudad, corro a eso de las seis de la tarde a casa de "Los Chispos". "Los Chispos" son dos hermanos, Paco y Pepe (descendientes de los dueños del estanco de "debajo de Las Campanas") uno vive en Alicante pero está casi siempre en Villena. Estos dos hermanos heredarón, en el casco antiguo de la ciudad , en la actual calle Oscar Esplá ( antes Calle San Antón ), a espaldas del edificio consistorial; un caserón con varios siglos de historia que perteneció al noble villenense Martínez de Olivencia. Alli, frente al viejo fogón que conserva dignamente el paso de los años, nos reunimos Pedro Alfonso Calvo, Pepe "Carujo", Pedro Centeno. Tony Cantó, Cesar López, Mateo (de la Casa Los Menores) Pepe y Paco "Chispos" y el que esto les cuenta. Como si el tiempo se hubiese detenido, contemplamos el ritual preparatorio. Sobre unos troncos crepitando Pepe coloca unas trébedes sobre las que descansará luego una sarten de mango largo y en la que bien Paco o Pepe , que tanto monta, harán la clásica "gachamiga" villenera. Impresiona pensar que la pared que tengo a mis espaldas no es una pared común. Es una parte de la antigua muralla circundante a la fortaleza del Castillo de la Atalaya del siglo XIII. Y en este ambiente trascurren dos, tres o cuatro horas de amena tertulia.
!GRACIAS Pepe y Paco por vuestra desinteresada hospitalidad !
Pero... ¿ Quien era el noble villenense de la segunda mitad del siglo XVI , Martínez de Olivencia, cuyo blasón figura sobre el portón del viejo caserón ?.
JERÓNIMO HERNÁNDEZ SANTIAGO", sacerdote y profesor de religión de algunos de nosotros y a quien, de niños, todos llamabamos simplemente "Don Jerónimo", escribió estos versos en 1976. Cuando hace unos años visité la isla de Malta no pude olvidar que un paisano mío había sido protagonista de tan singular hazaña y , aún hoy, cuando me encuentro entre los muros de esta vieja mansión, me parece vislumbrar el fantasma del valiente capitan aventurero villenense de los tercios españoles Juan Martínez de Olivencia. Esta es la historia...
MARTINEZ DE OLIVENCIA
Gobernaba en la Edad Media
por singular privilegio
Malta e islas adyacentes
un grupo de caballeros,
antiguos Hospitalarios,
que en el transcurso del tiempo
llamáronse Orden de Malta,
porque misión de sus miembros
era defender la isla
de enemigos acérrimos,
y protegiendo con armas
a multitud de viajeros
peregrinos , que marchaban
al lugar de nacimiento,
de la vida y de la muerte
del Divino Nazareno.
El gran turco Solimán
navega por mar abierto
con doscientas veinte naves
y su poderoso ejército
hacia la isla de Malta,
para dar cima al proyecto
de tomar aquella plaza
sometiéndola a un asedio.
Parissot de la Vallete
defiende con gran denuedo
las murallas y fortines.
Sus soldados, cuerpo a cuerpo,
se lanzan contra enemigos
hasta caer combatiendo.
En tan desigual batalla
y con tan exiguos medios,
mermados sus efectivos
tienen que ceder terreno.
Los cañones del gran Turco
con sus cien bocas de fuego
hacen que al fin se derrumbe
el gran fuerte de San Telmo,
quedando desmantelados
los arsenales y el puerto.
Era virrey de Sicilia
don García de Toledo,
quien al conocer de Malta
la noticia de su cerco,
por orden del rey Felipe
trató de poner remedio
con veintiocho galeras
y once mil arcabuceros.
Juzga el virrey necesario
enviar un mensajero
al Gran Maestre de Malta
para que resista el cerco,
no se rinda en el combate
y haga todos sus esfuerzos
hasta que llegue la escuadra
con los más valientes tercios.
Juan Martínez de Olivencia
villenense de los buenos,
capitan de noble alcurnia,
debelador y guerrero,
fue cogido entre millares
para esta empresa de riesgo.
El osado capitan
se lanzó al mar turbulento,
metido en una barquilla,
cáscara de nuez al viento,
hecha con pieles de vaca
y ensamblaje de maderos.
Se encomendó a su Patrona
y, a mil peligros expuesto,
logró acercarse a la isla,
cruzó sin ser descubierto
entre naves enemigas,
y el valiente aventurero
protegido por la noche
alcanzó la playa ileso.
Los defensores de Malta
al capitan recibieron
con grandes muestras de júbilo,
porque les llevaba alientos
para no rendir la plaza
y proseguir combatiendo
Su temerario valor
le llevó a pasar de nuevo
entre la escuadra enemiga,
y tras un penoso esfuerzo
llegó a la isla de Gozo,
todo un páramo desierto
Instalado en la montaña
con resplandores de incendios
comunicaba a los suyos
que la misión tubo éxito.
Encendía más hogueras
en ambos lados extremos
para orientar a la escuadra
con sus nocturnos destellos.
Dirigidos por sus luces
desembarcaron los nuestros,
burlando la vigilancia
de aquel aguerrido ejército (1)
Las tropas del rey Felipe
lucharon y combatieron
hasta conquistar la isla
y vencer al agareno
Conoció el rey la proeza
de aquel capitan intrépido
y le otorgó que en su escudo
figurase, como premio,
junto a dos torres de plata,
un montecillo de fuego,
una cabeza de vaca
y la barquilla de cuero. (2)
Con tan famosa victoria
se puso a la guerra término,
y Martinez de Olivencia
pudo cumplir sus anhelos
de retornar sano y salvo
a los lares de su pueblo.
Viene el capitan eufórico,
radiante, jovial, contento,
por realizar tal hazaña
que parece más un sueño.
Trae consigo la barquilla,
el más preciado trofeo,
que le ofrenda a su Patrona
para dejarla en recuerdo,
como reliquia sagrada
que se conserve en su templo.
Como lámpara votiva,
colgada estuvo del techo
por espacio de tres siglos
la frágil barca de cuero.
(Jerónimo Hernández Santiago)
(1) Los tercios españoles desembarcaron en Malta el 5 de Septiembre de 1565
(2) Concesión de Felipe II a Martínez de Olivencia por Real Cédula, fechada en Aranjuez al 20 de octubre de 1566
Esta es la historia de un militar villenense que se distinguió por su temeridad en el levantamiento del cerco de la isla de Malta, defendida contra el ataque turco por el Gran Maestre de la Orden de San Juan, Parissot de la Vallette. Eran aquéllos, tiempos difíciles para la Cristiandad. El poderío turco avanzaba peligrosamente por el Mediterráneo y una escuadra enviada por Solimán II al mando de Mustafá, compuesta de 159 naves y más de 30.000 hombres de desembarco, ponía en gravísima situación la posición de la isla defendida por 9.000 malteses. Sabía La Vallette que la caída de Malta supondría la pérdida de una posición de acusada importancia estratégica para la Cristiandad, y solicitó la ayuda de Felipe II, que envió su escuadra y quien, más tarde, al servicio de una política católica e imperial, doblegaría el poder turco en la memorable batalla de Lepanto. Pero conozcamos concretamente la hazaña del aquel valiente capitán villenense leyendo unas líneas de la Carta de Privilegio otorgada por Felipe II en 1566. Dice así:
“Por quanto por parte de vos; el capitán Juan Martínez de Olivencia, nos a sido hecho relación que vos nos aveys servido en diversas jornadas, y especialmente el año de sesenta y cinco, estando cercada la Ciudad y Isla de Malta de la Armada del turco enemigo de nuestra Santa Fee Cathólica, Don García de Toledo, nuestro Capitán General y `piso Rey de Sicilia, os embió con despachos al Gran Maestre tres vezes: lo cual hicisteis con manifiesto peligro de vuestra persona y vida, y entrantes en la dicha Ciudad de Malta y reconocistes el campo de el enemigo uniendo la plataforma de el sitio y batería, y muy buena relación de él. Y hicistes desembarcar la gente que fué con el socorro, y estuvistes en la Isla del Gozo trece días á la punta que descubre á Malta y el puerto de Marco Mureto, donde estuvo la dicha Armada turquesca, reconociendo si salía para ver qué derrota tomaba, pasando todas las noches d la otra punta que estava á la otra parte de Cicilia d hacer un fuego de seguro a nuestra Armada, y cómo se hizo y fué socorrida la dicha Isla y dejada de el turco. De todo lo cual haremos sido informados por Cartas del gran Maestre y el dicho Don García, que nos han escrito sobre ello, y cómo con una barquilla de cuero de buey, entrávades y salíades en la dicha Isla de Malta.
Por ella, el Rey, conocedor de los hechos heroicos de sus soldados, concede el acrecentar el escudo de armas con un «monte, y fuego y la barquilla conque nos servistes en la dicha jornada» “teniendo consideración a lo soso dicho, y porque quede de ello memoria a vuestros descendientes”.
(En 1955 La revista VILLENA publicaba estos párrafos que reproducimos a continuación: )
Gobernaba en la Edad Media
por singular privilegio
Malta e islas adyacentes
un grupo de caballeros,
antiguos Hospitalarios,
que en el transcurso del tiempo
llamáronse Orden de Malta,
porque misión de sus miembros
era defender la isla
de enemigos acérrimos,
y protegiendo con armas
a multitud de viajeros
peregrinos , que marchaban
al lugar de nacimiento,
de la vida y de la muerte
del Divino Nazareno.
El gran turco Solimán
navega por mar abierto
con doscientas veinte naves
y su poderoso ejército
hacia la isla de Malta,
para dar cima al proyecto
de tomar aquella plaza
sometiéndola a un asedio.
Parissot de la Vallete
defiende con gran denuedo
las murallas y fortines.
Sus soldados, cuerpo a cuerpo,
se lanzan contra enemigos
hasta caer combatiendo.
En tan desigual batalla
y con tan exiguos medios,
mermados sus efectivos
tienen que ceder terreno.
Los cañones del gran Turco
con sus cien bocas de fuego
hacen que al fin se derrumbe
el gran fuerte de San Telmo,
quedando desmantelados
los arsenales y el puerto.
Era virrey de Sicilia
don García de Toledo,
quien al conocer de Malta
la noticia de su cerco,
por orden del rey Felipe
trató de poner remedio
con veintiocho galeras
y once mil arcabuceros.
Juzga el virrey necesario
enviar un mensajero
al Gran Maestre de Malta
para que resista el cerco,
no se rinda en el combate
y haga todos sus esfuerzos
hasta que llegue la escuadra
con los más valientes tercios.
Juan Martínez de Olivencia
villenense de los buenos,
capitan de noble alcurnia,
debelador y guerrero,
fue cogido entre millares
para esta empresa de riesgo.
El osado capitan
se lanzó al mar turbulento,
metido en una barquilla,
cáscara de nuez al viento,
hecha con pieles de vaca
y ensamblaje de maderos.
Se encomendó a su Patrona
y, a mil peligros expuesto,
logró acercarse a la isla,
cruzó sin ser descubierto
entre naves enemigas,
y el valiente aventurero
protegido por la noche
alcanzó la playa ileso.
Los defensores de Malta
al capitan recibieron
con grandes muestras de júbilo,
porque les llevaba alientos
para no rendir la plaza
y proseguir combatiendo
Su temerario valor
le llevó a pasar de nuevo
entre la escuadra enemiga,
y tras un penoso esfuerzo
llegó a la isla de Gozo,
todo un páramo desierto
Instalado en la montaña
con resplandores de incendios
comunicaba a los suyos
que la misión tubo éxito.
Encendía más hogueras
en ambos lados extremos
para orientar a la escuadra
con sus nocturnos destellos.
Dirigidos por sus luces
desembarcaron los nuestros,
burlando la vigilancia
de aquel aguerrido ejército (1)
Las tropas del rey Felipe
lucharon y combatieron
hasta conquistar la isla
y vencer al agareno
Conoció el rey la proeza
de aquel capitan intrépido
y le otorgó que en su escudo
figurase, como premio,
junto a dos torres de plata,
un montecillo de fuego,
una cabeza de vaca
y la barquilla de cuero. (2)
Con tan famosa victoria
se puso a la guerra término,
y Martinez de Olivencia
pudo cumplir sus anhelos
de retornar sano y salvo
a los lares de su pueblo.
Viene el capitan eufórico,
radiante, jovial, contento,
por realizar tal hazaña
que parece más un sueño.
Trae consigo la barquilla,
el más preciado trofeo,
que le ofrenda a su Patrona
para dejarla en recuerdo,
como reliquia sagrada
que se conserve en su templo.
Como lámpara votiva,
colgada estuvo del techo
por espacio de tres siglos
la frágil barca de cuero.
(Jerónimo Hernández Santiago)
(1) Los tercios españoles desembarcaron en Malta el 5 de Septiembre de 1565
(2) Concesión de Felipe II a Martínez de Olivencia por Real Cédula, fechada en Aranjuez al 20 de octubre de 1566
Esta es la historia de un militar villenense que se distinguió por su temeridad en el levantamiento del cerco de la isla de Malta, defendida contra el ataque turco por el Gran Maestre de la Orden de San Juan, Parissot de la Vallette. Eran aquéllos, tiempos difíciles para la Cristiandad. El poderío turco avanzaba peligrosamente por el Mediterráneo y una escuadra enviada por Solimán II al mando de Mustafá, compuesta de 159 naves y más de 30.000 hombres de desembarco, ponía en gravísima situación la posición de la isla defendida por 9.000 malteses. Sabía La Vallette que la caída de Malta supondría la pérdida de una posición de acusada importancia estratégica para la Cristiandad, y solicitó la ayuda de Felipe II, que envió su escuadra y quien, más tarde, al servicio de una política católica e imperial, doblegaría el poder turco en la memorable batalla de Lepanto. Pero conozcamos concretamente la hazaña del aquel valiente capitán villenense leyendo unas líneas de la Carta de Privilegio otorgada por Felipe II en 1566. Dice así:
“Por quanto por parte de vos; el capitán Juan Martínez de Olivencia, nos a sido hecho relación que vos nos aveys servido en diversas jornadas, y especialmente el año de sesenta y cinco, estando cercada la Ciudad y Isla de Malta de la Armada del turco enemigo de nuestra Santa Fee Cathólica, Don García de Toledo, nuestro Capitán General y `piso Rey de Sicilia, os embió con despachos al Gran Maestre tres vezes: lo cual hicisteis con manifiesto peligro de vuestra persona y vida, y entrantes en la dicha Ciudad de Malta y reconocistes el campo de el enemigo uniendo la plataforma de el sitio y batería, y muy buena relación de él. Y hicistes desembarcar la gente que fué con el socorro, y estuvistes en la Isla del Gozo trece días á la punta que descubre á Malta y el puerto de Marco Mureto, donde estuvo la dicha Armada turquesca, reconociendo si salía para ver qué derrota tomaba, pasando todas las noches d la otra punta que estava á la otra parte de Cicilia d hacer un fuego de seguro a nuestra Armada, y cómo se hizo y fué socorrida la dicha Isla y dejada de el turco. De todo lo cual haremos sido informados por Cartas del gran Maestre y el dicho Don García, que nos han escrito sobre ello, y cómo con una barquilla de cuero de buey, entrávades y salíades en la dicha Isla de Malta.
Por ella, el Rey, conocedor de los hechos heroicos de sus soldados, concede el acrecentar el escudo de armas con un «monte, y fuego y la barquilla conque nos servistes en la dicha jornada» “teniendo consideración a lo soso dicho, y porque quede de ello memoria a vuestros descendientes”.
(En 1955 La revista VILLENA publicaba estos párrafos que reproducimos a continuación: )
"Cuenta la tradición que, al regreso de sus empresas guerreras al servicio de España, Juan Martínez de Olivencia, en acción de gracias, depositó en las paredes del Santuario de nuestra Patrona la Virgen de las Virtudes banderas, estandartes y reliquias. Y, entre estos exvotos, la débil barquichuela de cuero de buey quedó suspendida de las bóvedas del templo.
Pasaron los años y hasta este último exvoto desapareció del Santuario. Una versión dice que aquel cuero fué quitado de la bóveda porque afeaba. No supieron comprender en aquellos años, insensibles a la historia de España, qué representaba aquel exvoto. Por eso hemos escrito estas líneas para conocimiento de todos los villenenses, porque la deuda ha quedado en parte saldada por iniciativa y obra de nuestras juventudes. Desde este mes de Agosto, un artístico pergamino con la Carta de Privilegio y unas breves líneas-dedicatoria sustituyen y recuerdan los exvotos que Juan Martínez de Olivencia depositó con íntima fe y delicado fervor. La «Centuria Martínez de Olivencia», de las Falanges Juveniles ha querido rendir calladamente este recuerdo, porque Martínez de Olivencia, como buen capitán, deja bellamente su lección en la historia, una lección rotunda y clara que tiene para la juventud villenense categoría de permanencia y ejemplo."
Pasaron los años y hasta este último exvoto desapareció del Santuario. Una versión dice que aquel cuero fué quitado de la bóveda porque afeaba. No supieron comprender en aquellos años, insensibles a la historia de España, qué representaba aquel exvoto. Por eso hemos escrito estas líneas para conocimiento de todos los villenenses, porque la deuda ha quedado en parte saldada por iniciativa y obra de nuestras juventudes. Desde este mes de Agosto, un artístico pergamino con la Carta de Privilegio y unas breves líneas-dedicatoria sustituyen y recuerdan los exvotos que Juan Martínez de Olivencia depositó con íntima fe y delicado fervor. La «Centuria Martínez de Olivencia», de las Falanges Juveniles ha querido rendir calladamente este recuerdo, porque Martínez de Olivencia, como buen capitán, deja bellamente su lección en la historia, una lección rotunda y clara que tiene para la juventud villenense categoría de permanencia y ejemplo."
(Revista Villena 1955)
1 comentario:
Juan , soy Pascual "el que fué organista de la parroquía de Santiago de Villena". Te mando este mensaje para decirte que a Dios gracias, he encontrado un trozo de la baraquilla de D.Juan Martinez de Olivencia el cual va a ser donado al santuario de Ntra. Sra. de las Virtudes. Creo que ha sido un buen hallazgo que tenía una familia de Villena que vive en Alicante.Por medio de mí, yo como intermediario va a ser donado al Santuario de las Virtudes.
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